29.12.23

La UNESCO le da la categoría de MEMORIA DEL MUNDO a los carteles de cine cubanos


 


Portada de mi revista AGR COLECCIONISTAS DE CINE número 19 (otoño 2003) en la que se muestra un collage con los 30 póster que se exponen en el interior, con el título “Los carteles de ICAIC”




En muchos de los textos que he escrito sobre los carteles cubanos pintados tras la Revolución, he insistido en la fascinación que me causaron desde que empecé a tener uso de razón intelectual (desde mis dieciocho años, aproximadamente). A esa edad tenía colgado, habitualmente, en la pared de mi habitación en casa de mis padres, algún cartel de cine estadounidense de mis cineastas o protagonistas favoritos, que había conseguido en alguna distribuidora o sala de exhibición. 


Fue sobre mis veinte años, cuando me marché a Italia (me quedé algo más de dos años), a Roma en concreto, en un salto emocional y libertario, donde además de muchas otras cosas descubrí el cine y los carteles cubanos. Recuerdo que pude hacerme con varios, gracias a mi condición de periodista, en las salas donde se exhibían las películas cubanas o quizá –no lo recuerdo bien– en algunas de las muestras donde aparecían esas películas de cineastas de Cuba (que al público italiano les encantaba; a mí también). 




Antonio Reboiro en su casa de Alcorcón, Madrid, España, en 2014 fotografiado por AGR



Y esa devoción y sentimiento emocional por su belleza y por los mensajes subliminales, pero claramente perceptibles, que tenían –por ese entonces ya no me quedaba ninguna duda de que eran ARTE con mayúscula–, fue lo que me llevó a dedicarles mi primer homenaje directo en AGR COLECCIONISTAS DE CINE número 19 (otoño 2003) con el título de LOS CARTELES DEL ICAIC, y poco después, en noviembre de 2004, introducir 433 de los 2.200 carteles documentados existentes, en mi libro EL CARTEL DE CINE CUBANO/THE CUBAN FILM POSTER 1961-2004, carteles que pude hallar en diversos lugares, entre ellos la CINEMATECA DE CUBA (ICAIC), en La Habana, a la que volé en el verano de 2003 para fotografiar los (escasos) que allí conservaban. 


En esa búsqueda me encontré con Antonio Reboiro, que había guardado en su exilio español la mayoría de los que había dibujado durante su estancia en Cuba, y más tarde con (los pocos) carteles que obtuve durante mis contactos con los cartelistas cubanos que conocí en mi periplo para hacer mi libro. 






Arriba, René Azcuy en su casa de México DF, en 2009; la foto inferior muestra a Alfredo Rostgaard en su casa de La Habana en 2002, ambos fotografiados por AGR



En concreto: en La Habana encontré a Rafael Morante y a Alfredo Rostgaard; y en México a Antonio Pérez “Ñiko” y a René Azcuy. A los cuatro pude no solo conocer, sino, en las etapas siguientes a esos contactos, ahondar en una sólida amistad que solo desapareció con su muerte (en el caso de Rostgaard, lamentablemente, ocurrió unos meses después de nuestro primer y único encuentro). Hoy, de aquellas amistades que tanto influyeron en mi profesión de periodista y de editor, así como en mi propia vida personal, solo queda vivo “Ñiko”. 




Rafael Morante fotografiado por AGR en una tienda de la calle del Obispo en La Habana, donde vendían carteles de cine en 2002, entre los cuales una reedición del suyo titulado VIDAS PARALELAS, película dirigida por Pastor Vega



Aunque sea un poco tarde, ya que me acabo de enterar por “Ñiko” de la distinción que la UNESCO le ha otorgado este año al cartel de cine cubano, nada menos que la de MEMORIA DEL MUNDO, y escudándome en que más vale tarde que nunca y en que, además, estamos todavía en el año de la obtención de tal merecimiento, voy a mostrarles de nuevo (ya lo hice antes en diversas ocasiones en mi blog) algunos de esos sublimes carteles cubanos declarados por la UNESCO, MEMORIA DEL MUNDO.


También le he pedido a “Ñiko” que me regalé un texto en el que pondere esta distinción, de la que él es uno de sus más valiosos artífices.



Antonio García-Rayo

antoniogarciarayoperez@gmail.com

IMÁGENES Y TEXTO FUNDACIÓN ARCHIVO AGR

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