Hace algunos años, un pequeño ejemplar de animalito,
dotado de diminutas alas gris oscuro y un cuerpo amarillo intenso,
se aproximaba tímidamente hacia el área de bebederos del jardín.
Sus brincos de escasos centímetros le permitieron acercarse
poco a poco hasta la banca de metal y madera pintada de su mismo color.
Sus intentos por imitar la habilidad de los colibríes para alimentarse
eran un verdadero deleite observarlos.
Cada ocasión en el que disfrutábamos de los alimentos
el pajarito ganaba con gracia inigualable nuestra atención.
Su actitud positiva por aprender a beber la sopita roja
era más que asombrosa, puesto que su empeño y capacidad de observación
le llevaron a obtener el éxito necesario para disponer de esa
cómoda manera de comer.
Y así los años han transcurrido, la disposición de los bebederos cambiado,
e incluso la rama del árbol dispuesta para colocarlos sucumbió al tiempo
y las tempestades climáticas.
Pero la especie de avecillas, al parecer ha compartido
sus aprendizajes alimentarias a sus nuevas generaciones
y ese testimonio se celebra aún en la mesa de nuestros alimentos.
Ver como la persistencia y perseverancia han dado fruto para que
su presencia sea parte de la armonía de un jardín que confiere
paz y tranquilidad a sus visitantes.
Es lindo poder verles y compartir de esos instantes que la vida ofrece.
ÑIKO
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