13.6.24

 Entre el fuego y el sin agua.       

Vivimos tiempos que están rebasando lo que podemos pensar y creer.

Los medios de comunicación se dan vuelo con lo imposible.

Las llamadas redes sociales abusan de la credibilidad de la gente.

Muestran y opinan lo que sea sin pensar mucho.

Una gran mayoría cree en todo lo que aparece.

Ahora en la región que habitamos la falta o manejo del agua es noticia.

Además de sufrir las protestas que esto conlleva.

Cierres de carreteras y por tanto la desestabilización de lo cotidiano.

Junto con esto la aparición de grandes extensiones de zonas boscosas.

Las enormes columnas de humo indican de qué dimensiones se trata.

Ese fuego que rebasa al humano que quiere salvar al bosque lastimado.

Por muchos sitios aparecen los incendios arrasando con la naturaleza.

Sin agua cuesta más trabajo aplacar los incendios.

Tal vez provocados o de manera espontánea, la falta de agua llega al límite de lo visto.

El rio que ayer corría formidablemente y hoy es un camino impensado de puras piedras.

Enormes y pequeñas que hasta ellas se sienten mal.

Las vemos secas y cubiertas de hojas sin su habitual brillo.

Al colmo de ver a humanos caminando por sobre ellas.

Seguro que sintiéndolo al máximo lo que ayer era imposible.

En los últimos días la región ha mostrado un delirio impensado jamás.

Por una parte sin caer la habitual lluvia de mayo.con aguaceros fuertes y sin algún control.

Todo seco y caliente en cualquier lugar que estemos.

Pero si el surgimiento de personas que profesan y proponen rituales para salvarse.

A partir de lo que está ocurriendo con el fuego y hasta el agua.

Digo que mientras ayude a calmar lo que está ocurriendo, se admiten.

El agua siempre ha servido para calmar al rugiente fuego.

O poder tomarnos un café o un cocimiento y sentirnos mejor.

El agua necesita del calor y el fuego lo genera para sí.

Esperemos que todo vuelva a su transitar de ayer.

Que la calma regrese y deje a estos excesos fuera de nuestro vivir.


Ñiko

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