23.5.24

Quiero ver solo el azul y el amarillo.


Los dos son llamados primarios.

Cada uno tiene un sinfín de significados.

Con el azul representamos al mar apacible y bello.

Su reflejo aparece con la inmensidad del firmamento.

Ese cielo cambiante de colores que trata de imponerse a las nubes.

Grises hasta el llanto que las domina.

Haciendo que el paisaje se oscurezca hasta el temor.

Aplacado por la fría mirada de unos ojos azules que le dan vida al entorno.

Y a esas puertas azules que se abren para invitar al paseante a un viaje imaginario.

Grandes edificios se pierden en el horizonte por su azulado contorno.

Rumbo a las preciosas alturas celestiales.

Y también el vestir se pone su azulada ropa para llenarnos de emoción y sorpresa.

Mientras el amarillo dibuja en las alturas al astro rey dandole un intenso color.

Color que se hace caliente al solo instante de verlo.

Ahí es donde las inquietas nubes se ocultan para apaciguarlos.

Todo lo que vemos se llena de ese resplandor amarillo.

Inevitablemente muchas frutas se hacen colorear de diferentes amarillos.

Compitiendo con muchas hojas que se tiñen de ese color tan vibrante.

Cuando las hojas pierden su frescor se dibujan también de ese otro primario.

El amarillo no se deja y aparece en animales que le dan una presencia unica.

Pájaros cargados de amarillo lo hacen volar.

Y hasta se vuelve marino y aparece en muchos peces coloridos.

La comida le hace gala para que otros platillos sean ejemplos con el amarillo.

Y que maravilla, cuando los dos matices se reúnen y le dan vida al inmenso paisaje.

Árboles verdes de muchos variados tonos.

Cuando nos atrevemos a volar por encima del paisaje la paleta de verdes es infinita.

Y esto lo crean el azul y el amarillo en su amoroso complemento.

Cuando se acercan y mezclan lo que vemos se torna esperanza.

Es el verde apareciendo por todas partes.

Lo único que cambia es su intensidad.

Sin dudarlo, tanto un amarillo como un azul son necesario para darle color a todo.

Por eso es imposible seleccionar cualquiera de estos matices como mejores.

Tal vez el gusto sea el que decida su más agradable percepción.

Lo cierto es que no se vale desechar uno por el otro.

Ambos son indispensables en disfrutar de la belleza de lo que nos acompaña.


Ñiko

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