Cerca de la casa existe un lugar lleno de flores.
Esas son especiales y coloridas.
Supongo que olorosas, también, porque están llenas de mariposas, variadas.
Las mariposas vuelan descansando en cada flor.
Ahí se repletan del néctar necesario para su vida.
Y le dan otra significación a ese lugar y su calle.
Es tan hermoso ver esa combinación que no puedes dar crédito a que ocurra.
Las mariposas que llegan a sus flores son una obra de arte.
De todos los colores y formas que le ayudan a ser diferentes.
El lugar cambia con estos seres dándoles otro aspecto al lugar.
Pasas caminando o en coche y sabes que verás algo especial.
Te detienes a observar el resultado de esa combinación de la naturaleza.
Y tu ser se siente agradecido y en calma.
Todo lo contrario de cuando los eliminan.
Te preguntas cómo puede alguien quitarle lo bello a ese momento de cada día.
El verlo nos hace palpitar nuestro corazón.
Y sentir que ese instante es único e indispensable.
Imagino que las flores y las mariposas se enamoran mutuamente.
Y deben estar complacidas de sentir lo que nosotros.
Es inigualable poder apreciar el vuelo de las mariposas y el movimiento de las flores.
Hasta el aire se vuelve especial para darle otra vida al lugar.
Pedimos que aunque no estén sean capaces de regresar.
Y que las mariposas no se enojen y vuelvan con sus necesarias flores.
Porque cada paseo es un repetir de lo bonito que se guarda tan cerca.
Verlo es alimentar la imaginación y los días que vivimos.
Estén siempre, es el más sincero de los pedidos.
Ñiko
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