Intentamos caminar cada tarde.
Esto a veces no se hace realidad.
Factores diversos se interponen.
Puede que llueva y otra vez estamos en un lugar diferente.
Pero cuando lo hacemos nos entretenemos con todo lo que vemos.
Desde una piedra posada en un lugar imposible de creer.
O la preciosa guayaba esperando por uno para recogerla.
El vecino amable que te saluda afectuosamente.
Y el que pasa en su coche diciéndome adiós con la mano.
O la planta que se mantiene repleta de frutos verdes.
Donde deseamos no sea vaciada de estos.
El pájaro que se siente contento lanzando sus cohetes al aire.
El inevitable voltear para ver cómo están los restaurantes de la zona.
El río que canta su melodía preciosa y se deja fotografíar para verlo muchas veces.
El lugar que permite tomar aliento y seguir el camino.
Ahí vemos muchos que pasan apurados y otros que no se ven.
Los árboles que se mueven acompañados del suave viento.
El perro que te mira preguntándose si le daremos un regalo para comer.
Así es como se ve su rostro acompañado de su saliente lengua.
El conocido que se para y comenta sobre el clima cambiante del momento.
El paso está repleto de desperdicios que afectan el lugar.
Y que se torna como algo casi adornando mal el camino.
El sonido distante de un trueno que hace que apuremos el paso.
Las nuevas casas que fueron velozmente construidas y que nos asombran.
La gallina que casi parece que saluda mirándonos fijo.
Los camiones de servicio que pasan haciendo un fuerte ruido con sus motores.
El sonido de los pasos que acompañan el viaje que emprendemos.
Las piedras arrastradas por la lluvia y detenidas en un desagüe.
El sol que se calma de tanto calor y deja a sus antagónicas nubes, estar.
Esos seres que pasan sin saludar y que vemos porque no podemos cerrar los ojos.
Las motos que parecen insectos volando apurados en busca de algo.
Todos desconocidos porque se ocultan tras un casco protector.
Los infantes que conversan con sus familiares con toda su energía.
Las señoras que venden productos para satisfacer el gusto de quienes creen en ellas.
Todo se vuelve alegría y un formidable instante para convertirnos en buenos caminantes.
Ñiko
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