Podemos encontrar lo inimaginable.
Y no importa si es para el desayuno o las otras comidas.
Incluso esos platillos conocidos y apreciados pueden ser diferentes en cada región.
Con la indispensable tortilla se hacen una infinidad de platos deliciosos.
Y así, vamos probando hasta tener un repertorio único
Este domingo visitamos el restaurante de un amigo.
El nombre de este lugar es un juego de colores.
Verde café es reconocido para rendirle el gusto por lo que ofrece.
Entre variados platillos de su menú, diario.
Pero el preferido y distinto a los que se brindan es uno muy especial.
El pambazo es como un emparedado que se consume en diversos lugares del país.
En la zona donde vivimos los encontramos por todos los sitios, inimaginables.
Se les rellena con chorizo y frijoles o con pollo y otros muchos ingredientes.
Pero el que podemos consumir en este restaurante es muy especial y diverso.
Un chile chipotle relleno con pollo, a la manera de una pasta.
No tiene antecedente ni comparación.
Cada bocado es como darle rienda suelta al paladar.
El gusto se va definiendo como nunca antes comido.
A esto le sumamos una ensalada de lechuga y tomate que se torna exquisita.
Tenemos que devolverle lo imposible de olvidar y por eso le sacamos una foto.
Su nombre se repite una y otra vez en nuestra memoria.
Pambazo de chile chipotle relleno de una especie de pasta de pollo adobado.
Único en el paladar y difícil de encontrar por doquier.
Cada mordida es una sensación que no tiene igual.
Su sabor se impone y se mantiene en el recuerdo.
En verdad es una joya culinaria para convertirla en adicción.
El pan con su empolvado acicalado.
Completado con varias pasadas de frijol refrito, llevado a una especie de pasta.
Consumirlo es un canto al placer en su grado superlativo.
Es como si escuchas una música suave que te eleva hacia las nubes.
Su olor compite con todo lo que encontramos en este manjar diferente.
Nos percatamos que lo degustado está repleto del sabor que no abunda.
Ese pambazo no puede olvidarse y se coloca en la cima del comer.
Provecho mantenido para dejarlo en un lugar difícil de olvidar.
Ñiko
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