El sol de la
mañana.
Hace frío y un algo de
brisa.
Las luces lejos de brillar
se sienten y ven grises.
La noche se va retirando y
dejando a la mañana demasiado fresca.
El frío está en cada parte
del despertar.
Difícil encontrar algo de
calidez para aplacar al clima.
Al respirar el aire deja
un aliento helado que molesta.
Incluso los sonidos se
aprecian de otra manera.
Parece como si una capa de
hielo los protegiera.
Sacando sonidos diferentes
a los reales.
El sol todavía no se ha
decidido a cambiar lo helado.
Aunque ya la noche se fue
hasta terminar la madrugada.
Pero unos débiles rayos se
van posesionando del ambiente.
Lo que sentimos va
disfrutándose.
El frío lucha por mantener
su estado contrario al sol.
Y lo más probable es que
cambie a la mañana, que ya se deja ver.
El suave calor comienza a
desaparecer al fresco que molesta.
El calor llena de apacible
bienestar.
El paisaje brilla
derritiendo al frío, que estuvo hasta el comienzo del día.
Aunque todavía al respirar
no se huele al calor que se avecina.
Pero, poco a poco se está
preparando para imponerse.
El frío extremadamente
débil se va retirando y escondiendo para aparecer en la tarde.
Lo real, que estamos en
tiempos de otoño.
Y que su presencia ayuda a
preparar al invierno que está junto a él.
Podremos esperar
extrañados que en el transcurrir del día sintamos calor.
Porque estos llamados
cambios climáticos permiten sentir a cualquiera de ellos.
En estos tiempos el sol
que aparece es demasiado tenue.
No hay algo que lo haga
calentar para retirar al frío de la noche.
Sabemos que es una masa de
fuego acalorando al ambiente.
Pero sus efectos no llegan
hasta este despertar.
La mañana va a hacer lo
posible por cambiar lo helado.
Dando al sol una presencia
que todos necesitamos.
El sol con su fuerza
natural se impondrá y el frío asustado se irá.

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