El hacer que nos
mantiene.
Siempre he creído que estamos
obligados a hacer.
Llenarnos de actividades que
generen muchas cosas para pensar.
O mejor, no pensar cosas que
no sirven.
Cada aspecto de la vida
tiene una intensión.
Y esta nos obliga a crear
actividades que nos hacen mejores.
La práctica tiene la función
de ejercitarnos.
En cualquier aspecto que se
nos presente.
Lo que fuere necesario para
mantener la actividad del confrontar.
Cuanto más hagamos mejor
para mantener nuestro cerebro sano.
Y además, seguros que
estamos con la función del hacer a máxima capacidad.
De lo que seamos capaces
poner a prueba su funcionar.
Existen actividades que son
estimulantes para la vida.
La reflexión es una de
ellas, que ayuda a mantener a la inteligencia en actividad.
También poner a prueba la
capacidad de realizar lo manual.
En coordinación con todas
las técnica que sepamos.
Y claro está disfrutando del
pensamiento artístico y literario.
Hay manualidades que
infunden pasión y llenan de interés lo que queremos.
Vivir haciendo es
fundamental para mantenernos activos.
Nada puede opacar lo que se
tiene que realizar.
Todo se vale y es
asombrosamente útil.
Desde lo más simple hasta
aquello que requiere una complejidad mayor.
El pensar mantiene al
cerebro a prueba.
Nada le interrumpe cuando
estamos en este accionar.
Hacer lo que sepamos para
enriquecernos.
Además, probar con lo que
resulte complejo.
E incluso no podamos o sea
difícil de realizar.
No importando cuanto tenemos
que rendirle atención.
Todo ayudará a vernos
mejores.
Hagamos lo que esté a nuestro
alcance y más allá.
Todo se revertirá en
estímulos al vivir.
Y nos hará sentirnos útiles
e importantes.
¿Qué más se puede pedir al
cada día?
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