Una espina clavada en el
corazón.
¿Sería posible que ocurriera?
O simplemente, es una expresión
por algún motivo.
Imposible que eso ocurriera y
siguiéramos en activo.
Aunque sabemos que la vida te da
oportunidades.
Y da sorpresas que nos asombran.
En realidad es una expresión que
tiene una explicación.
Relacionada con algo de dolor.
De ese alguien que nos lastima.
Que puede llegar a producir una
penosa herida.
También se asocia con el rencor.
Depende de quién es capaz de dañar
con demasiada crueldad.
Pensaríamos en esa imagen del
corazón clavado por una espina.
¿De cual árbol sería su imagen?
Un rosal de flores blancas, para
que se vieran más.
Lo cierto... que es un daño
lastimoso.
Es indudablemente una metáfora
verbal.
Que está hecha para pensar en
imágenes.
Y si esa espina está clavada,
¿Cómo podemos eliminarla?
La inteligencia y la reflexión
ayudan a que se desprenda.
El corazón sigue en su latido con
o sin espina.
Y más que es solo una manera del
pensar.
Lo asociamos a un daño que hace al
corazón sufrir.
Y claro, realizado por alguien que
se estima o quiere.
En fin, los humanos inventamos o
damos a las palabras, las soluciones.
La espina se vuelve un agresor de
los sentimientos.
Y se le da la connotación que
debíamos resolver nosotros.
Con inteligencia y bondad,
creyendo que no es mucho lo dado.
Espina veámosla y solo eso.
No tocarla es lo mejor que
podríamos hacer.
Ella, por si sola jamas se clavará
en ninguna parte del cuerpo.
Y mucho menos, en el corazón vivo
y palpitante.
Cada palabra y sentir del pensar,
estará... en su justo lugar.
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