Pastel en forma de Vocho para celebrar los 70 años del maestro Ñiko por Emilia CasanaTe acostumbras a cada rechinar del envejecido metal. Hasta se parece a una música aparentemente delicada. Te acompaña y lo requieres para no sentir algo de soledad.
Como aprecio ver pasar el paisaje a la velocidad que permite éste el objeto en cuestión.
Resulta, que una nublada tarde de comienzos de año, el objeto sufrió una especie de hemorragia grasienta que le impidió mantenerse sirviendo, a pesar de sus ruidos y chirriar. Permaneció durante dos interminables meses en la indecisión si dejarlo o continuar con él. Sé que él se negaba a abandonar su objetivo de seguir trasladándome, acompañándome, protegiéndome y cuidando mis tiempos.
Así, está de vuelta con su nuevo y casi silencioso motor. Un milagro de la mecánica moderna que como ser humano puede ser remplazada cada parte para que continúe su necesario movimiento. No lo creerán pero vuelvo a sentirme feliz, diría que contento y no tan desprotegido como me mantuve estos días interminable que no podía tocar y ver su amarilla piel de metal.
Sus ruidos vuelven a ser parte de mi alegría y ahora sé que no podré pensar en abandonarlo aunque ya no pueda ayudarme. Te necesito mi querido "vocho" amarillo. Gracias, por ser otra vez yo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario