Sentado al centro de esta caja oscura, observo como se desarrolla ante
mí un cambiante paisaje vegetal, humano, o de cosas que, extrañamente
están de cabeza.
Este paisaje brota de un punto pequeño por donde entran, sonoramente,
las mil imágenes, que formarán setecientas veinte horas de
sensaciones.
Me incorporo y hecho a andar -al instante de una hoja- al sensual
desnudo femenino o al grupo de mineros que comen asombradamente.
Doy vuelta y la luz, que más bien parece un sol en la oscura noche, se
mete por mis ojos y se detiene en mi cerebro. Veo pasar día a día en
blanco, negro o grises, la historia de un momento.
Me detengo. Todo se vuele rígido, contrario y negativo. Percibo el
olor y siento el dolor de los ácidos que justificarán mi presencia en
un sensible trozo de papel abrillantado o matizado por el tiempo.
Me colgaran. Cientos de miradas se posaran sobre mi quieta figura de
paisaje humano -de grandes contrastes- mitad realidad, mitad memoria.
Palabras para el catálogo "Mes de la fotografía en Xalapa" Junio 1994
No hay comentarios:
Publicar un comentario