La alegría.
Es un sentimiento que te
brinda la vida.
Está permeado por la
emoción.
Hace que el cuerpo reaccione
a numeroso estímulos.
Desde el rostro hasta
las extremidades se ponen en acción.
Cuando la emoción nos domina
podemos levantar los brazos.
O dar algunos golpes de
piernas para reflejarla.
Aplaudimos y la sonrisa se
muestra encantada.
Nos sentimos como si el aire
fuera delicadamente fresco.
La alegría hace que todo
nuestro yo brille con intensidad.
Se dice que el amarillo es
el color que muestra mayor alegría.
Curioso, que ese sea mi
color preferido y más utilizado.
La alegría nos acompaña para
sentir el vivir mejor y con mejor intensidad.
Hace que el corazón se
sienta alegre.
Es también, una especie de
medicina que mantiene al cuerpo sano.
Estar alegre hace que veamos
la vida de otra manera.
La alegría está fuertemente
emparentada con el humor.
Sin dudarlo, el estar alegre
permite que todo lo que se mueve alrededor, sea valioso.
Hace que cualquier aspecto
negativo se vaya.
Nada mejor para encontrar la
felicidad que el estar alegres.
Casi son sinónimos el estar
alegres y felices.
Un ambiente lleno de alegría
se hace más ligero y aceptable.
La alegría se manifiesta con
una andanada de risas.
Un rostro alegre da
confianza.
Su contrario es
incomprensible y para nada disfrutable.
Aunque hay que pensar que al
conocer la tristeza percibimos la alegría de otra manera.
Son los opuesto y por tanto
podemos apreciarles mejor.
Por algo se presentó en un circo
diferente y verdaderamente humano.
Pequeño detalle: “Alegría” fue un espectáculo
del Circo del Sol,
presentado en 1994.
También “La Alegría de
vivir” es un cuadro del pintor francés Henry Matisse.
Y cómo no tomar alegre cada
miércoles, que te presentas con esa hermosa sonrisa.
La alegría es contagiosa y
se demuestra disfrutando con quienes nos hacen serlo.
Alegre de haber vivido así y seguir
siéndolo, aún más por ti.
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