25.6.18

El nido de la "primavera", pájaro creador.

Se ha detenido de cantar con tanto esmero.
Ahora tiene otra tarea que le lleva más atención y tiempo.
Ya no mira desde el cable del teléfono.
Está volando cargando en el pico pedazos de hojas.
No se detiene más que para encontrar otras acordes.
Eligió una maceta para armar su nido. 
Curioso y diferente lugar.
Su dedicaciòn es extrema y cuidadosa.
Vuela buscando la parte superior del muro.
Desde ahí observa para asegurarse de que está protegida.
Ella y su actividad que la tiene ocupada al máximo.
Muchas veces su trabajo se ve truncado por la presencia de quienes habitan el lugar.
No es el espacio habitual para este contenedor natural.
Ahí cuidará de su inicial y necesario, huevo, que son dos.
Después se preocupará por defender a éstos de cualquier descuido.
Su volar será fuerte y definido para que se pueda sentir.
Las horas pasarán apresuradas acompañando a la pájaro madre.
Y los pequeños huevos se harán diminutos pájaros.
Desvestidos sin sus plumas que los vuelven bellos.
La "primavera" se ha vuelto la dedicada madre, que busca los alimentos para sus crías.
Ellos, pequeños y repletos de atención comienzan a crecer.
Detrás y muy cerca la madre sabe que el nido será cambiado.
Ya volarán para hacerse, entonces la otra madre.
Y así la naturaleza repetirá la secuencia que la adorna.
Lo más importante, que con tanta actividad, el silencio se deja escuchar.
Y la voz preciosa a la que nos acostumbró retomará.
Y oiremos el trino insistente que tanto maravilla.
Ya las recién creadas aves competirán en su nuevo hábitat.
Aprenderán a que su cantar sea el más importante y bello.
Y solo se callarán cuando la noche les oblique.
Y habrá muchos que formarán un coro irrepetible e indispensable.

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