14.5.15

Los pájaros que tanto nos alegran.

Cuanta variedad de sonidos.
Parecen muchos instrumentos acoplados.
Y en lucha para sobresalir sobre cada uno.
Pájaros son tantos y muy variados.
Ahí está el que parece practicar una canción alegre y muy rítmica.
Se cree el más inspirado e incluso entonado.
El otro, serio pero con pasajes que van del agudo al grave.
Y muy armonioso con respecto a su trinar.
Uno muy parlanchín lleno de gorjeos diferentes.
Seguro que su garganta la puede modular hasta el infinito.
Hay variedades que vuelan hasta posarse en alguna rama para continuar su canto.
El que escandaliza en la temprana mañana cansado de que se duerman.
Gritar es su labor buscando la comprensión de quienes le escuchan.
Pero, nadie le entiende qué busca con tal alboroto.
Que no complacido por lo que realiza en el inicio del día le quieren despedir.
Los hay que practican su trinar con diversos cambios sonoros.
Incluso el diminuto colibrí, chilla constante expresando su presencia.
Nos asombra como se puede decir tan alto, con tal tamaño.
Las cotorras que pasan apuradas sobre las copas de los árboles.
Su canto asemeja una plática apurada y febril.
Es como una competencia entre ellas, para ver cual se impone sobre las otras.
El trino de un pájaro amarillo, que pregunta si lo está haciendo bien.
La especie de monólogo del ave, aturdida de tanto repetirse.
Uno negro que vuela pasando bajo sobre el camino y alargando su canto.
Un canto, un tanto desafinado, pero seguro de imponerse.
Otro, que simula un afectuoso saludo matinal.
O cuando se repite en la tarde despidiéndose para descansar su voz.
Todo el trinar aparenta una gran sinfonía, inspirada en la gracia de estos alados.
Y ellos, todos se entusiasman pretendiendo ganar adeptos a su arte.
Muchas notas caen, desde las alturas al suelo rebotando.
Todas se quedan en el aire esperando al disfrute de quienes le escuchan.

No podemos negar que es la alegría que vuela, convertida en la música que necesitamos.

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