16.7.12

Carteles y una vida

“Si uno se conmueve con el nacer de una flor, con las gotas de lluvia que la envuelven después de una fornida tormenta, por qué no se puede incorporar en nuestros corazones un buen cartel, que también pretende comportarse como aguacero que cae sobre la inteligencia del hombre”.
En la mesa de trabajo espera una  cartulina blanca. Se deja rayar, pintar, pegar para producir un  medio de comunicar ideas, un cartel. Confieso que es el trabajo gráfico que con más gusto y pasión enfrento. No importan los temas o las limitaciones técnicas que se le impongan. Siempre será una actividad que disfrutaré y que intento llevar a su máxima expresión. También sé, que no siempre ha sido así. Tengo resultados que a la distancia del tiempo los veo y me gustaría desaparecerlos o mejor no haber incurrido en semejante error de creación. Pero finalmente los hice y tengo que enfrentar su poca calidad. Pero si evaluamos los cientos de carteles diseñados y que me encuentre algunos que me apenen, esos son borrados por aquellos que disfruto al verlos y saber que en algún momento los pude hacer. Surgieron de mi capacidad creadora con limitaciones de impresión, pero que a la distancia del tiempo se han convertido en parte importante de mi vida. Incluso cuando ya no esté, seguirán dando vida y recuerdo a este diseñador que puso todo su esfuerzo para sentirse orgulloso de lo que hacía.
Estoy seguro que siempre tendré esa necesidad de hacer carteles. No se puede apagar esta decisión que me mantiene generando imágenes y disfrutando cada vez que sale un cartel que me parece atractivo y que cumple con la fundamental función de mantener mi energía creadora y de comunicar la enorme variedad de temas que conforman la sociedad moderna.
Hace algunos años tuve una crisis de salud muy seria. Lo único que salvó mi estado anímico fue crear una serie de 76 carteles para una revista española de coleccionistas de cine. El cartel tiene esa virtud, además, curar.
El cartel es un alimento contra el tedio, pone en ejercicio muchas neuronas que se aburren y saltan como esferas que corren veloces por un campo sembrado de olorosas flores. Cuando hago un cartel me siento jalado por muchas manos que hacen que flote, suba, atraviese nubes y me deje caer, para ser alzado de nuevo logrando tocar al apresurado pájaro que vuela junto a mi.
Soy diseñador gráfico, empecé hace más de 50 años y estoy seguro que lo que más deseo es que exista una carrera que forme a cartelistas, affichistas o como se les llame en cualquier idioma. Un cartelista es un individuo que plasma y recurre a ideas que se convierten en metáforas, teniendo la capacidad de cambiar lo real en imaginario y viceversa. Lograr un poder de síntesis que en una imagen llene de opiniones al espectador. Lo haga reír, reflexionar y encontrar caminos que lo ponga de acuerdo o en desacuerdo con su propio pensamiento.
Para mi un libro, cualquiera que sea, es el mejor regalo que me pueden hacer, pero cuando este libro es relacionado con carteles es un verdadero premio para mi. Entrando a mi recamara tengo un librero muy importante, contiene libros de carteles, muchos. Cada vez que paso junto a ellos, me saludan y piden ser hojeados. Les hago caso muchas veces.
Cuando abro la puerta de mi casa, la pared frontal está dominada por un cartel que adquirí hace unos años, de alguien que es admirado y respetado por mi, Cassandre. Considero que es el máximo exponente del cartel moderno y me impulsa a seguir atento a lo que se crea en este medio gráfico, además que  infunde respeto y ternura a lo que puedo hacer. Mi agradecimiento al cartel llega al limite de utilizar una imagen que produje en 1978, para una película de título "soy tímido" y convertirla en mi imagen de identidad para el blog, e-mail, tarjetas de presentación y  lo que resulte para identificarme. Quiere decir que un cartel me dio vida gráfica.
Me pregunto como se puede querer tanto un cartel. Cada diseño es parte de uno, es como el hijo o el amante que te dedica atención, placer. Respira con uno. Nos dolemos cuando se daña o no cumple su principal función de divulgar.
El humor es como el fluido vital que acompaña cada latir de ese trozo de papel que contiene  imágenes, textos, espacios en blanco, ocupados, metáforas e ideas que hacen sonreír y acordarte de él.
Cada cartel es parte de tu existir, no lo dejas escapar y te acompaña como parte de tu necesaria historia. Se aleja en el tiempo, pero siempre le descubres en alguna publicación desconocida. Eso da un poco de seguridad de que estamos en el camino apropiado de lo  que hacemos.
Tal vez piensen que es algo exagerado creer tanto en un trozo de papel con imágenes y textos, pero cada cartel creado es un pedazo importante de tu existir. Le damos un sentido a nuestro trabajo creador. Y sobre todo cuando ese trabajo es identificado, premiado o simplemente reconocido y más importante cuando descubres que lo que has hecho puede servir para que ilustre un libro de texto gratuito de primaria. Es un verdadero premio. Que simple, verdad.
Muchas veces me preguntan cual es mi cartel preferido. Me cuesta mucho seleccionar uno. He tenido la oportunidad de repasar los carteles que he hecho. Los que se encuentran en la página que diseñó, recopiló, retocó le dio vida el admirado Joan, mi insuperable ayudante en estas confrontaciones del universo digital.
Quiero comentarles en qué se sustenta mi capacidad creativa. En todo lo que observo, lo que escucho, lo que toco,  lo que huelo. Quiere decir en todos lo sentidos puesto al servicio de imaginar. Cualquier actividad de la existencia permite hacer reflexiones, indagar y percatarse de que puedes partir de las coincidencias de lo que ocurre para producir un objetivo que se resuelve con imágenes y textos seleccionados a manera de cambios tipográficos. Con ello tenemos un resultado de formas, que si te complacen estás en el camino que te llevará a soluciones inesperadas y que te podrán sorprender. Eso, cuando logras la sorpresa estas frente a un producto que sin duda será asimilado por muchos. La comunicación es directa y diría que hasta clara.
Otro factor que ayuda a tu capacidad creadora es poder darle a tu diseño un toque de humor. Debe ser sutil. No es una sonora carcajada. Es una mueca que asientes con la cabeza de conformidad con lo que pretendes decir. Éste va directo a la aceptación de lo consumido.
Ahora, poder expresar todo esto en un cartel es la máxima satisfacción de logro de tantos aspectos que se subordinan a un efecto abarcador y que amplía tu capacidad de darle interés a lo que tienes que decir. Tanto en las formas como en lo que se esconde detrás de éstas.
¿Cómo trabajo?
La música llena el espacio habitable y se mezcla con el paisaje de flores, árboles y plantas.
Las hojas blancas reciben trazos de lápices. Las ideas comienzan su labor creativa. No solo las líneas conformarán las imágenes, las palabras ayudarán a mantener y darle contenido a lo dibujado. Todo se convierte en ayuda para aclarar lo que se va acercando a un boceto. Busco referentes gráficos. Apoyos, que permiten y facilitan el proceso del resultado. La técnica esta resuelta con anterioridad, gracias al estilo que acostumbramos mantener. El grabado, que representará la planteada metáfora, será retocado, transformado en sus detalles, cambiado, alterado a mano, organizado a través del recorte y pegado sobre un formato proporcional trazado a lápiz del tamaño requerido, para posteriormente incluirlo en los recursos múltiples que proporciona lo digital. Un alto para degustar un fuerte y estimulante café.
Ahora, revisar tipografías. Imaginarlas en su contexto y aplicarlas. Seleccionar la mayor cantidad factible. Atreverse a cambiar la tradicional composición, sin que pierda su legibilidad, es lo fundamental en el tratamiento de la tipografía, con cualquiera que se haya escogido.
Después, mezclar el texto y la imagen para darle jerarquía a la que se defina como fundamental en el mensaje. De inmediato la paleta de color, siempre intentando romper con los esquemas armónicos del color. Nada que se acerque a un tratamiento semejante, al dado por la llamada armonía del color. Es importante asegurarse, que la propuesta sea contradictoria con los tradicionales esquemas cromáticos.
De esta manera, el boceto esta armado y listo para terminarlo en la computadora que hará su trabajo de probar un amplio número de variantes con el color, la tipografía, las imágenes y sus tamaños, las composiciones. Después viene un proceso de sedimentación del diseño, dejándolo de ver un par de días y retomándolo para hacer cualquier adecuación que requiera la obra. Este tiempo y proceso nos permite aceptar y estar de acuerdo con lo diseñado, siendo fundamental para que pueda llegar a ser un trabajo que uno aprecie y sienta la satisfacción de la creación. Por ello, pienso y digo:
¨El diseño gráfico es vida, el cartel alimenta esa vida. Soy diseñador gráfico, mi especialidad, el cartel, por eso siento, que en cada cartel asumo una parte de la vida, de mi propia vida¨. Gracias.

Palabras leídas en Plática, Universidad Tercer Milenio, Puerto de Veracruz, México, 20 abril 2012

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