31.7.08

Bachs: el viejo mago

Este es un humilde homenaje al eterno amigo, que en otro acto de magia nos dejó y se ocultó en las profundidades de la tierra. Allá, el abrazo de quienes te admiramos y nunca te olvidaremos, querido Muñoz.

He preguntado si conocen al viejo creador de imágenes. Ese, que se alimenta de dolidas nubes. El que moja su pincel raído, de pelos alborotados, en la pasta multiplicada de colores. Ese, que arrebata a la madera afilada, figuras de señoras azules con vestidos medievales en su isla de tropical belleza. Ese, de ojos que adormecen los días y las noches, que encantan con su mirada infinita perdida en los años de labor gráfica. Ahí está la delgada sombra, la que habita entre palmeras, edificios y olas de mares cálidos. El abuelo que genera dulces y jóvenes formas. El hombre infinitamente acabado, pero siempre presente, que recrea humoradas ideas, que sacrifica su tiempo buscando bromas que eternicen su recuerdo.

Sigo preguntando, si el viejo mago estará presente para crear el espectáculo de su siglo. Si llegará con su escuálida figura envuelta en paños descoloridos y con un ligero ademán de su mano armada con el rígido pincel, tocará los rayos del sol, que se ocultarán para convertirse en lluvia de colores con cientos de cargadas gotas blancas, azules y rojas.

El mago, se inclina y muestra la paciencia de su tiempo. Se alborota haciendo jugar sus imágenes en el humo gris de un cigarro consumido desde hace interminables años.

El mago se pierde en el reloj del tiempo y aparece vestido de azul milicia, portando disparos en el viejo cinematógrafo inundado de protestas desafectas.

Como buen mago, parece de la mano de un niño que ya se hizo grande y de otro que está por venir y que también se hará grande. Uno capturará imágenes reales, el otro las dibujará. Los dos serán él mismo.

El viejo mago ocultará su tristeza cabalgando en potro de parchado cuerpo, con adarga de azucarada madera, representando al héroe trashumante, descolorido y pobre de la campiña, que se adorna con los cantos de pájaros y hombres. También, aparecerá de su mano mágica, un hombrecito con sombrero, bastón y minúsculo bigote, asombrado y oculto tras las hojas coloridas de un paisaje lejano en la montaña de una enorme isla del Caribe, maravillando con su presencia a los asustados habitantes del pueblo perdido en el olvido y descubierto por un cine móvil que llegó y se presentó en la nostalgia de la aurora.

El mago de antaño apareció con una fragmentada fotografía del descarrilado ferrocarril del Centro, la recortó, pegó y la dejó para la historia de una naciente grafía. Único y primer recuerdo de una enorme cantidad de ejemplares creados con goce, entusiasmo y humor.

Este mago superó los recuerdos de esas hojas pintadas, convirtiéndolas en vampiro con su habano de aroma pálido entre sus grandes colmillos afilados, vestido con camisa de alforjas de lino y mirándonos socarronamente. Las convirtió en gallo de espuelas ocultas en el corcho de sus intenciones, con la escoba en ristre, que muestra lo intrépido de su frágil virilidad puesta en duda por su actitud servil, pero a la vez llena de un humor placentero y tierno. La convirtió en la imagen de la mujer que espera y comparte la ausencia de su hombre, sentada en el doble sillón de la soledad y de la tristeza, ejemplo de una maravillosa poética visual. Fue, también, isla-rostro, cargada de ensueños y de imágenes perdidas en un paisaje marino que rememora al joven Crusoe en la isla de sus cuentos y alardes. Será, ese. El personaje, que se asoma al espacio de su morada, lastimero y gruñón, mientras el paciente vecino lo mira para dejarlo colgado en su mal humor.

Solo, con el poder de su magia, dejará ausente al pequeño y hambriento rey, atándolo a la cuerda de su valor perruno, de su actitud tolerante para con su reina humana. Tal vez, será nostalgia, recuerdo, amor olvido o será cansancio de haber vivido con el tiempo a la espalda y al lomo. Oh, mago maravillado, dibujaste la figura de un figurín, que porta bastón, sombrero de ala larga y paciente, camisa verde y corbata roja, para que no se te olvide que necesita el pantalón de anchas piernas y el saco de musical hechura. Que lo cosiste con la misma pasión cuando salías rumbo a tu otro quehacer, los ilustrados libros de infantiles inquietudes. Sabes que, tu paisaje esta poblado de personaje que salen de tu mano como esa negra de tocado en su cabeza rasposa asomada entre casuchas blanqueadas, el tragaespadas con vestido de circo, el pez pescado y cabalgado por el párroco del pueblo con alas que platican largos parlamentos entre la luna y el preocupado Lucifer, todos protegidos por ti, que eres un señor muy viejo con unas alas enormes.

En fin, ese es el viejo mago que será un buscador de ideas, de juegos de colores, de formas que sorprenden a la ternura. Ese viejo mago, que destila a pesar de la distancia y el tiempo no visto, la morosa amistad de otros tiempos de jóvenes aferrados al triunfo de hacer imágenes que quedarán para los papeles de la historia, dibujando cartelones en remotos cines, exponiéndonos, sin la menor cuenta, a las críticas de otras tierras, acumulando los recuerdos en libros que guardan la historia gráfica de estas, nuestras vidas.

Ya sé, mi querido mago, que la memoria que has desarrollado, que has dejado, ya no será más magia, se volvió el respeto no olvidado del mañana eterno.




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