31.10.17

Imaginar es pensar.

Por suerte existen muchos tipos de humanos.
Tal vez los que más interesan son los que imaginan.
O sea, buscan explorar su intelecto con imágenes.
Piensan a través de formas, pero diferentes.
El reto es saber cambiar lo habitual y común.
Convertirle en algo lleno de creatividad.
Y dárselo a otros para que le otorgue el poder de admirar.
Por lo general esperamos que lo creado asombre.
Pero no basta con solo eso.
Tenemos que decir con un lenguaje directo muchas ideas.
Esas que nos dejan con los ojos abiertos.
La risa delicada en la comisura de los labios.
Y la boca entreabierta buscando como respirar aceleradamente.
Y donde ponemos a prueba nuestras capacidades de entender.
Una línea suave que le da cuerpo a una forma diferente.
O esos colores que arrebatan llenándonos de luces.
O tipografías que enamoran por su composición.
Vivimos tiempos donde lo digital se ha vuelto lo más importante.
Es extraño que algo de lo que hacemos se quede en el puro manual.
Todos pueden opinar y darle un determinado valor.
Para qué entonces formar profesionales libres de ataduras?
Si hay quienes deciden lo que se va hacer sin contar, ya con la experiencia.
Esto ha sido sustituido por la máquina que lo hace todo, perfecto.
Lo humano, queda para los dedos y las manos que le habilitan.
Lo sensible del ser se cambia por un programa que aprendes a usarle.
Y qué decir cuando alguien se siente dueño de las decisiones.
Los caprichos sustituyen al tino y a la inteligencia.
El ser humano tiene un universo repleto de imaginación.
Lo que necesita y requiere es un orden que lo haga disponible a otros.
La imaginación tenemos que usarla para hacer lo que nos rodea más bello.
Más inteligente y sensible para poder convertirnos en entes creativos.

Mantengamos como razón de vida toda nuestra capacidad de crear, y con mucha imaginación.

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