30.10.14

De comidas, mínimas historias.

La carne con papa, se había decidido a convivir con los diferentes ingredientes que le darían más sabor. A la carne lo que más le gustaba era cuando llegaba el momento de desmenuzarla. La papa disfrutaba ser cortada en cuadrados. En la cazuela que iba a generar el platillo, se asomaba un grupo de tomates cortados. La cebolla lloraba a mares, sorprendida por tanto sabor. El ajo resistía los golpes a su cuerpo para generar más gusto y sobresalir de los demás ingredientes. El comino se reunió para complementar otro estimulo al platillo y esto se logró con una pequeña cucharadita. El orégano se dejó lanzar, con suavidad, en el caldo que cocinaba a todos los ingredientes. La cazuela bullía y el aroma se expandía por toda la estancia. Que disfrute conocer a estos participante del comer.

Las dobladas iban a transformarse en un suculento manjar. Primero, de una simple tortilla plana a una forma que sabía le dolería. Porque la iban a doblar. La llenarían de diferentes contenidos. El mayor placer estaba en los vegetales que la constituían. Era renuente a las carnes de cualquier tipo. Podía resistir un poco de pollo y hasta de cerdo. También la pedían de papa y chorizo. Cualquier sabor era mordido con gusto. Ya no deseaba nada más. Su fin era estar doblada en un plato y masticada.

El arroz frito se preparaba para ser admirado y saboreado. La noche anterior se cocinó solo el arroz. Al día siguiente, ya del tiempo, ni frío ni con calor, fue separado para agregarle todos los ingredientes que le darían su apreciación final. Los ovalados huevos se decidieron por freírse formando una delgada tortilla. El jamón prefirió ser cortado en juliana. El pollo se sumergió en agua caliente y resistió el cocerse durante 30 minutos. Ya acalorado, muy fogoso quiso ser convertido en hebras. Faltaba el último ingrediente que venía de algún país asiático: la salsa de soya o china. Ya presentado como arroz frito se dejo acomodar para ser consumido. Comido con agrado, que sabroso se sentía.

Las papas fritas no permitían que se les llamara a la francesa o a la belga. Simplemente, eran papas fritas o patatas fritas. Aunque los franceses se digan los primeros que la procesaron, allá por el siglo XVIII. Se bañan en aceite caliente poniéndose algo suave y crujiente. Su forma casi no varía, porque cuida ser cortada en bastones. Lo curioso, siempre estornuda cuando la llenan de sal para engullirlas.

El arroz con leche se torna suave y cremoso. Es pálido y con sabor delicado. Casi siempre es servido después de comer. Se comenta que es un postre. Es hervido y le colocan en recipientes pequeños de cristal o cerámica. Éste espera impaciente su adornada superficie. Prefiere ser espolvoreado con mucha , pero mucha canela. En su estructura interior, quiso siempre ser arroz con canela.

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