26.11.13

Será cierto, que recordar es volver a ser parte de ese tiempo

Un día cualquiera del siglo pasado en la década de los 70´s. Es temprano, una mañana húmeda, donde apenas el sol se despereza de la noche anterior. Hace calor. Recorro apresurado las dos cuadras que me separan de la parada del autobús (guagua) para llegar al trabajo. El recorrido lo hago de pie por el tupido ramaje de calles que conforman la ciudad, de Centro Habana hasta el Vedado. El departamento de publicidad se hallaba en un edificio de arquitectura moderna, en el tercer piso. Ahí, se adaptó un espacio con cubículos donde trabajábamos los diseñadores y los realizadores gráficos. El primero a la izquierda era el mío. Tenía dos puertas. Cómo era éste? Un cuadrado donde cabía una mesa de 1.60 x 0.80. Lleno de imágenes, temperas, pinceles y cuanto objeto sirviera para el trabajo. Un mueble auxiliar ayudaba a dejar libre la mesa principal, pero no era cierto. A veces, nos dábamos cuenta que teníamos muy poco espacio para realizar el diseño. Toda la superficie, forrada de papel craft, estaba ocupada por revistas, libros, variados papeles, cartones y... ya no recuerdo cuantos objetos más. Lo cierto era que la superficie de trabajo era mínima.
El ejercicio de cartel, su creación, comenzaba con la visualización de la película. La dirección del departamento, te asignaba el título que ibas a diseñar. Las razones eran variadas, por una parte según los estilos, el contenido del filme o simplemente porque te tocaba hacerlo sin más. En el último piso había una pequeña sala de proyección, con cómodas butacas. Teníamos la oportunidad de ver todas las películas e incluso cambiar si ésta no era de tu total agrado. No ocurría con frecuencia, pero era una posibilidad. En la proyección había comentarios de parte de todos, que ayudaban o hacían reír. Vimos buenas y malas películas. Hubo acertados y deficientes carteles que representaban un cambio con la dinámica del contenido.
En los cubículos nos encerrábamos a producir los diseños, pero estos no llegaban hasta el techo y los comentarios entre todos se hacían constante. Algo que no olvido era la capacidad para afrontar, me atrevería a decir, que la vida, con sorprendente humor, cualquier momento de este período lo disfrutábamos con sumo agrado. Fue un tiempo, y lo digo con absoluta honestidad, único, lleno de creatividad, de compañerismo, de profesionalismo y lo mejor, con todas las limitaciones materiales, puesto que, nos obligaba a producir de manera diferente todo lo que salía de nuestras manos e inteligencias. Podría decir que habíamos encontrado la llamada felicidad.
Me gustaría narrar el proceso de cómo se diseñó el cartel: ¨Soy tímido, pero me defiendo¨. Un filme francés de 1978, de humor. El principio creativo no se basó en el contenido, sino en el título. Ilustrar los dos conceptos sería la propuesta gráfica. Por otro lado, buscar la imagen que se convertiría en la idea. Ésta surgió escuchando un programa humorístico de radio. El personaje era alguien muy apenado, tanto que perdía la voz y lo imaginaba como alguien que quería desaparecer de cualquier situación nada amable. El proceso del pensamiento, generado para encontrar la solución, se dio a través de preguntas, cómo sería alguien sumamente apenado, alguien que sintiera tanta timidez, que la única solución sería esconderse dentro de el mismo y lo más importante anteponer, como principal premisa, no crear a partir de estereotipos. Después vendría dibujar esta parte, lograr que el absurdo se hiciera realidad. A esto, sumar la simplificación de la figuración y el color, para apoyar el contenido planteado del título y su tipografía. Quedaba solucionar cómo sería defenderse. La posición de las piernas abiertas, nos convierte un tanto atrevidos. Así, con la parte superior del cuerpo doblado hacia el interior y las piernas en posición desafiante, se completaría lo ilustrado del título del filme. Fue un ejercicio difícil y donde se antepuso la comunicación eficaz del resultado y su contenido, por sobre lo estético. Aplicar el color, debía ser apoyo del contenido, éste pedía un color brillante, pero a la vez algo suave, el amarillo en el fondo daría la solución cromática, además de la linealidad de la figuración, dibujada en negro y el contraste del blanco primando en imagen. Luego la selección tipográfica con un tipo de palo seco, dominando el centro superior del formato, concluirían la solución gráfica. Los bocetos originales eran verdaderos objetos minuciosos, se trabajaba en formatos no mayores a una carta, donde se dibujaba o pegaba cada parte del diseño y después la labor cuidadosa de los realizadores lo convertían, al tamaño de impresión con una retícula donde se dibujaba cada parte del diseño original, incluyendo lo textual.
Este es un ejemplo, de que todo, sale del análisis contante de cada aspecto del proceso creativo. El trabajo es el que te proporciona la satisfacción de un producto apreciable, nada de la inspiración, en la que no creo.
Siempre he pensado que el factor más positivo de esta etapa de nuestra vida creativa y profesional fue, que ninguno de los diseñadores tenía conciencia de que su trabajo era destacado, disfrutábamos lo hecho por el mero placer de ver nuestros carteles impresos y sobre todo en la calle, o por lo cotizados que eran en el exterior. Ninguno se creía genial, todos se respetaban y asumíamos el papel de creadores con absoluta modestia.
Las limitaciones nunca fueron un problema para el proceso de creación. Pienso hoy, que si hubiéramos tenido las posibilidades de contar con los recursos actuales de la computadora, me pregunto, cuánto hubiéramos logrado en menos tiempo. Pero, tuvimos la oportunidad de hacer un diseño, a pesar de los años transcurridos, que sigue teniendo vigencia y nos ha llenado de historia. Sin duda, es lo máximo esperado por cualquier creador.

Ñiko
Texto para exposición Mira Cuba: arte del cartel cubano en Pordenone,Venecia, Italia
28 septiembre 2013 - 12 enero 2014

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