12.10.11

Siguen las comparaciones

Un buen cartel es como oír una música que estremece tu interior.

Es descubrir cada nueva melodía que va apareciendo transformadas en ideas y se pierden entre los sonido dulces de un violín, amorosamente afinado. Es como escuchar lo delicado de la armonía convertida en formas y colores que interrumpen los suaves sonidos y se precipitan con fuerza, despertando la evocación de un conjunto de notas, desesperadas, apuradas, que al final envuelven el ambiente en un soñar de estímulos.

Un buen y hermoso cartel se deja acariciar por la musical presencia de múltiples instrumentos, se acerca y te interrumpe en tu cavilar, para hacer mejor el entender de su contenido.

Un cartel es presencia que se aparece, delicadamente, como soñando con imágenes que te acompañan con los ruidos del ir y venir de agudos ritmos melódicos.

Los textos de un cartel se asemejan a la letra de una encantadora canción. Disfrutada a través de la voz con registro agudo como el de un contratenor.

El cartel es música visual, es, sin duda, el difícil acorde de una esplendida sonata. Que concluye en un fuerte aplauso por el gusto y disfrute de su arte.

-Ñiko

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