21.2.10

¿De que están hechas las piedras?

Ilustración por Joan

Aprovechando el lugar donde vivo, para satisfacer un cúmulo de sensaciones, me puse a observar la enorme cantidad de piedras que aparecen en el río. Me pregunto cómo llegaron, quien las dispuso adornando el contorno que limita las apresuradas aguas. Las hay de diversos tamaños, de un sinfín de formas, aparentemente de un mismo color y sobretodo inermes, sólidas, enterradas o a flor de agua. Y comprendí que hasta en este aparente elemento pétreo podemos encontrar un lenguaje que nos anima a entenderlas y hasta quererlas. Cada una tiene algo que decir, siempre a través de su aspecto endurecido. Una, de enorme cuerpo que insiste en que la abraces, sin tú poder complacerla de lo magnífica y asustada por el ruido, que a manera de conversación tiene con el río. Otra, pulida por el paso constante del fluido líquido que la salpica y donde ella se desquita impidiendo que la corriente de agua sea suave, para que ésta dé saltos apresurados y casi adoloridos.

Hay muchas, pequeñas y en verdad hermosas. Se bañan o se dejan llevar rápidamente. Otras, fuera del cause, redondas como esferas te permiten que las toques, insistiendo en que las devuelvas al ruidoso torrente. Al tacto son, aunque no lo crean, suaves y contienen cierta ternura. Lo dije al principio, fui a buscar un tanto de sensaciones en este mi apreciado paisaje. Y la he encontrado en esas bellísimas piedras del rugiente y cercano río.

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