1.9.09

Sigue el dolor


Han pasado más de treinta días. Largos y solitarios. Tristes sin tu andar por ese que fue tu territorio, defendido y acompañado por tu amigo gatuno, con el que te comunicabas de nariz a nariz. Cuanto asombro al ver como rompías los esquemas e historias que ha forjado el hombre para describir la relación de enemistad entre ustedes. Fuiste muy especial. Lo demostraste, una y otra vez. Cuando te dejaban sola, tus ladridos eran la protesta de alguien que necesita estar acompañado siempre. Lo lograste Congrí, ya no te quedarás sola, pues estás en los corazones de quienes te quisimos, de quienes te siguen queriendo. Veo donde duermes y desde lo profundo se mantiene un suave temblor de luz, un titilar que ya no se apagará.

Un grande, apretado y amoroso beso en tu tranquila y reposada cabeza. Como te los di siempre.

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