Porque la quise mucho

Se que me va  a ser difícil acostumbrarme al silencio de sus ladridos.
Que no abriré más la puerta para dejarla pasar contoneándose y moviendo la cola con esa alegría y energía que derrochaba.
Las croquetas que le daba de cenar están olvidadas en la alacena.
Ya no sé que perros pasan por la calle. No está ella para enviarle ese sonido de su voz que tanto reconocía.
Ha dejado una tristeza que se puede no solo sentir sino ver.
No se si podré salir a caminar sin su trote junto a mi. Oliéndolo todo, escarbando, para encontrar sus secretos guardados.
Pero hay algo que es imposible borrar, su imagen en mi memoria descansando en el tapete de la entrada junto a las flores, que estoy seguro eran parte de su paisaje.
Se durmió y seguirá dormida, descansando en su nueva cama, dentro de su jardín que tanto disfrutaba. 

Es curioso, no era mía pero me duele como si lo fuera.
No te preocupes Congrí nunca te olvidaremos. 

Adiós amiga, un beso eterno, querida.