17.6.09

La eñe, no se puede olvidar

Qué pasaría si no existiera?
Qué haríamos o cómo nombraríamos a los años que se agolpan
para enfrentarse a nuestras vidas?
De qué manera utilizaríamos al baño?
Tal vez, sería útil para no dañar a nadie?
Se nos escaparía de inmediato el sueño.
Ya no habría más cariño, seríamos fríos seres sin mañana.
El antaño solo parte de nuestra maña.
Engañarnos no nos enfrentaría a la verdad.
Todo sería igual, sin alturas ni bajíos, pues desaparecerían los tamaños.
Ya no habría viajes a la montaña y vivir en una cañada sería imposible.
No disfrutaríamos ni comeríamos más de la tropical piña.
No obtendríamos azúcar ni ron de la dulce caña.
El vino no podría calentarnos porque la viña no se cosecharía.
La castaña abandonaría la frugal mesa de invierno.
Nuestros ojos estarían siempre despiertos, sin pestañar.
Ya no podríamos demostrar ningún grado de valentía,
porque estaríamos alejados de realizar cualquier hazaña.
Y la vieja cabaña del bosque se derrumbaría sobre el terruño.
Las pequeñas muñecas de trapos no estarían entre los brazos de sus dueñas.
Dejaríamos de crecer porque no encontraríamos niños ni niñas.
Pero, algo bueno sacaríamos al no ser más parte del rebaño humano.
Estaríamos solos porque ya no habría quien nos acompañara.
Dejaríamos de aprender porque no utilizaríamos más la enseñanza.
Ya no guiñaríamos más un ojo y el cómplice amor a distancia se iría.
Pasaríamos fríos y vergüenzas, pues el paño no ayudaría a conservarlas ni ocultarlas.
La campana se enmudecería porque no tañaría más.
La piel sufriría tal picazón al desaparecer las útiles uñas.
Y lo peor, no podríamos disfrutar el reclamo de un buen diseño.
Y claro, ya no sería más Ñiko.


Publicado recientemente en la revista cultural bla, blArt Facultad de Bellas Artes, Universidad del Pais Vasco

1 comentario:

Vale* dijo...

Hermoso!!!