22.6.08

Animalería, elucubraciones para un mejor mundo

Camino por una arbolada calle de esta ciudad, humedecida por el tiempo. Que asombra por su tranquilo silencio. Paso frente a una casa que intenta acercarse a la modernidad arquitectónica de pasadas décadas. Puertas y ventanas se asoman al paisaje exterior. Colgados de sus paredes se mecen una infinidad de colores que aplauden a la tarde-noche y muestran complacidos una secuencia de figuras que te miran inquisitivamente. Como si alguien hubiera dado una orden, las figuras se llenan de sonidos y movimientos un pájaro vuela picoteando la cabeza de un público asombrado que los siente venir, pero que no hace nada por evitarlos. Del otro lado de la puerta un formidable rugido cargado de colores cálidos, tensa las emociones. Entre las piernas de los paseantes pasa rozando un colorido gato, que asustado intenta escapar a la curiosidad de quienes portan aquellas extremidades. El estrépito de cascos se deja escuchar increíblemente armonioso. Detrás, entre el ruido de las animadas palabras, surge el cántico del gallo naranja, con sus lucientes espuelas y atronadora alegría. En el otro extremo del salón, unos ojos profundos se apoderan de la curiosidad de muchos. Es el águila, que emprende la caza, seguida por una secuencia de cintas de colores que le dan vida. A la entrada, junto al vano de la puerta, un rectangular perro de raza indefinida, pero que aparenta la de un mastín color magenta y ojos de una ternura azulada, se despereza. Algo aún más extraño ocurre. En el lugar que debía ocupar una pequeña ave, está la nada. Tal vez, haya desaparecido. Pero no, ahí está, volando hacia un jarrón repleto de flores que adornan la entrada del local. Es el colibrí que se detiene con el zumbido multiplicado de sus alas sobre una rosa blanca, libando, llenando su cuerpo de colores verdes, rojos y azules. Doblada, porque en su altura no cabe, rozando con su lomo el techo, se divierte una jirafa; quién habrá sido el que la llenó de colores, matices salpicados de luces; quién la dibujó con esa expresión de dulzura contenida. Sospecho que todo aquello tiene un duende que esta escondido y que nos mira con maliciosa sonrisa. Seguro, el hombre, que parece ser el responsable de todo aquello, tiene, como viejo pirata, a un loro enroscado, armado con violetas, verdes, naranjas y magentas que descansa posado en su hombro izquierdo. Puede que sea un mago que desea que disfrutemos de las delicias de estas muchas formas gráficas, que nos cuidan y que nos invitan a este único lugar repleto de imaginación. Corro hacia la entrada y encuentro un letrero con tipografía de rebuscada caligrafía que dice: "Animalería, elucubraciones para un mejor mundo". Pero no encuentro el autor de todo aquel aquelarre. Oigo una risa y el cantar de una voz de tierras al final de este continente. A través del mar de cabezas le grito: eres tu Palleiro?

Palabras para la inauguración de la Exposición "Animalería. del diseñador gráfico uruguayo Carlos Palleiro. Galería Fernando Vilchis, Instituto de Investigaciónes de las Artes Plásticas, Universidad Veracruzana. Mayo 22, Xalapa, Veracruz.

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