30.4.08

La Felicidad

Será el espacio que caminamos todos los días, esas viejas calles que primorosas se te acercan y dejan ver sus casas con arquitecturas de otros tiempos.
O tal vez, el silencio de cualquier mañana soleada, el ruidoso río que atraviesa el paisaje de arboledas tupidas, el pájaro que salta entre las hojas que se mecen al compás del viento suave, delicado, que acaricia perezosamente.
Pienso que la felicidad se presenta en forma de flor asombrándote con su color y belleza. Pero puede ser, tal vez, en la voz de la cantante que te alienta a un delicioso reclamo de amoroso sonido, casi angelical.
La música, que se lanza llenando cada rincón sensible de nuestra vida.
Tal vez, pueda ser el continuo camino entre árboles gigantescos y arbustos cargados de pequeñas hojas de variados colores verdes.
Es también, el río que baja lento, casi sin agua, llamando la atención por las múltiples piedras que deja ver en sus disímiles formas.
El murmullo de la noche que restablece el silencio de cada minuto.
Pensar en la inagotable capacidad creativa que todavía se mantiene, y es el reto de casi todos los días, es el constante bregar.
El despertar que te enfrenta a repetir los mismo errores y enconos.
El gusto por abrir los ojos al resplandor de la mañana.
La lluvia que refresca las ideas y te abandona para cubrirse de ti.
Esos, los amigos, que se presentan alguna que otra vez y te hacen sentir feliz porque te recuerdan y no hay cosa mas hermosa que esa sensación. O, el que te levanta la mano y te saluda desde lejos, tímidamente, sin acercarse por temor a entablar una plática sin contenido.
Los jóvenes que quieren tener tu experiencia, pero, muy alejados de tu edad.
El asiento que espera el reposo de tu cuerpo, acomodándose a él.
La discusión acalorada sobre temas insignificantes o tal vez trascendentes.
Es el libro que te augura personajes inolvidables, añorados y que deseas se alargue hasta encontrar mundos que te mantendrán vivo.
El habitat esplendido en su espacio, lleno de luz y que te guarda de la nostalgia, de los fríos y las humedades de temporales lluviosos.
El amoroso ronroneo de los mininos que te acompañan cada día. El salto alegre del can que vas a alimentar.
El baño fresco en el caluroso verano y el cálido en el invierno gris.
El alimento preparado con esmero, para que quede sabroso y comido con frugal apetito, hasta que se termine.
El espejo amigo, que te devuelve una imagen diferente cada día.
Es la sonrisa arrebatada enfrentada a la lágrima del esfuerzo.
Las mujeres con las que viviste y que nunca olvidarás, porque siempre estarán en tus noches de soledad y también de compañía.
Los libros que respiran junto a ti y no te dejan jamás. Siempre esperando los tomes y los acaricies, hojeándolos, para hacerlos revivir.
Claro, que para seguir siendo feliz faltan más de esas reflexiones cotidianas que te mantienen vívido, pero dejemos este espacio para que otros nos acompañen en estas disquisiciones felices.

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